HIPERMETAFÍSICA
Entre las cosas
incomprensibles del Surrealismo están el humor y la simplificación aparente;
por eso, el término de Patafísica descreería de la seguridad con que se
proclamó su seriedad, por la sonrisa. Sobran las explicaciones de su posible
humor, pero esa insistencia misma es sospechosa en esa gratuidad; porque apunta
a cierta inseguridad del postulante, que no se atreve explicar una intuición que a
él mismo le resulte incomprensible.
Como principio, la 'Patafísica
consistiría en una superación de las restricciones racionales de la metafísica;
que resultan sorpredentes, en su búsqueda constante de una necesidad inmanente,
con la inmediatez de la causística. Puede decirse que la 'Patafísica es la
única estética realmente objetiva, aunque suene y resulte paradójico; pero ese
es su mejor valor, puesto que la realidad es siempre paradójica, sobrepasando
en sus propias determinaciones esas restricciones que siempre padece la lógica
racional.
De ahí que ésta sea una
primera propuesta formal y rigurosa de una estética, desde los tiempos de
Platón y Aristóteles; por supuesto que existe el rosario de sabios que ha
tejido una estética desde entonces, cada una más culminante que la otra; pero
también está dicho que sólo son notas al pie de Platón, en lo que probablemente
resida su ineficiencia. La intuición, con que se reconocería a Jarrys como
precursor de Heidegger, no tiene en cuenta este carácter intuitivo suyo, pero tampoco
estaría descaminada.
Su reducción adoratriz en la
religión virtual del surrealismo postmoderno, es un suceso menor y posterior;
es el inevitable resultado de la incomprensión de los resplandores, que así mantenen
el objeto hasta que se le pueda comprender. Lo cierto es que su definición como
regla de la excepcionalidad la sobrepone a esa parafernalia litúrgica, y
reconoce el sentido reflexivo de la estética; que supliendo la constricción
progresiva de la filosofía por el inmanentismo de las ciencias, desconoce la
trascendencia de la realidad.
Ya vendrán tiempos mejores,
en que la popularización de las ciencias acerque el concepto de lo cuántico a
la gente; que así podrían comprender esa "ciencia de las soluciones
imaginarias que atribuye simbólicamente a los lineamientos las propiedades de
los objetos descritos por su virtualidad" (Gestes et Opinions du Doctor
Faustroll, 'pataphisien, Libro II). Sobre esa definición es que se
desarrollaría la ciencia 'Patafísica, y siendo su reducto filosófico sería al
que debe referirse cualquier exégesis.
El énfasis de ese extracto
en las excepciones es lo que resulta prometedor y seriamente filosófico; porque
se centra en la falla de la filosofía occidental, incluida la eficienia del
realismo de base aristotélica. Como principio, el Idealismo podría completarse
con el Realismo, su opuesto natural; pues sería entre ambos que se puda iluminar
la oscura tensión en que ocurre la realidad como un orden; ambos son
abstracciones, que por tanto sólo ofrecen una comprensión parcial de ese objeto
suyo que es la realidad.
Pero en la historia, Idealismo
y el Realismo no pueden sino destruirse mutuamente, por la contradicción
directa; aunque por lógica elemental, los contradictorios son complementarios, a
diferencia de los contrarios. El problema vendrá cuando la presión política los
confronte en esa contradicción com absoluta, sin atender a su relatividad; pero
acaso exista lo real sin ese defecto en que deviene la presión política, para
darle forma con su distorsión. Ahí es que relice la facultad del arte, dando el
esquinazo estético para sobreponerse a esas restricciones de la filosofía; y
sería el valor de Alfred Jarrys, pero justamente un fracasado, que trae una
propuesta concreta de Epistemología, y de ahí su postulación que pudo evitar
hasta los excesos de Heidegger.
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De la Alemania de Heidegger,
Herman Hesse figuró el universo lúdico de Castalia, el conocimiento como
abalorio; y lo destruyó incrédulo, por esa deficiencia de la racionalidad, pero
él no era un surrealista encandilado con su propia intuición. Este, entonces,
sería el valor mejor del Surrealismo, no sus cuestionable formalismo; es decir,
el Surrealismo, por vía de su más fracasado exponente, es el que libera el
pensamiento en su capacidad de comprender a la realidad.
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