Apropiaciones indebidas, de Jorge Enrique Rodríguez
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El problema ahí
es que se trata de poesía de al menos dos generaciones posteriores, con una
estética inamovible; que así, no importa lo buena que sea —la calidad es una
obsesión estética cubana— pierde necesariamente eficacia, por lo común. Salvada
esa dificultad, que ciertamente es menor, uno se encuentra con unas magníficas
construcciones poéticas; que hasta tienen la virtud rara hoy día de la unidad
dramática, como otro filón de esa reflexión trascendente y existencial en que
deviene la poesía.
Quizás estos
poemas se habrían beneficiado de una poda más concienzuda, que eliminara algo
de su frondosidad; de modo que se pudiera disfrutar del esplendor de muchas de
sus imágenes perfectas, ahora opacadas innecesariamente. Incluso en ese caso,
sería difícil decidir cuáles imágenes dejar y cuáles eliminar, con esa pluma
fría del buen editor; pero habría dejado un edificio más sólido en la
sobriedad, en vez de este que puede resultar un poco abrumador, aunque todavía
hermoso.
No obstante, la
experiencia está ahí para quien quiera y pueda acceder a ella, en una magnífica
poesía; que incluso exhibe una madurez impensada, tratándose de una persona que
no poda su imaginario. Lo salva esa no contención pero sí moderación, que va
obviamente en el poder de su formación; como un lastre increíblemente precioso
que lo salva cuando lo hunde, como un raro efecto de compensación.
Los etruscos no
postulaban la perfección como los griegos, sino que apostaban al dramatismo de
lo irregular; ese debe haber sido el candil de este libro, por sobre la unión
del autor con sus editores, en el espíritu. Apropiaciones indebidas se ofrece
así como una propuesta muy elaborada, pero todavía candorosa e ingenua; que
aferrándose a la perfección pierde equilibrio, dejando ver lo mejor de ella en
ese vértigo del pie que no encuentra donde posarse.
El autor es más
conocido por su trabajo periodístico, como una sombra que amenazaba esta
proyección poética; cuyo peligro de contaminación puede ser incluso el morbo
que impulse a la compra, para depararnos una sorpresa feliz. No hay aquí ese
trasiego de escritores inexpertos, que hacen periodismo en la poesía y
viceversa; esto es un magnífico libro de poemas, que promete un futuro feliz al
autor si se lo toma en serio, pero que igual ya vale la pena por sí mismo.
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