Sunday, January 26, 2025

Nueva Suite Abakuá, preludio a la MogiNganga

Para Ediel González
Producto del falso mestizaje político, se sabe mucho de mitología abakuá, pero poco de su ascendiente político; cuando surgiera como Sociedad Ekpe, poniendo fin al tráfico de esclavos, al basar la economía en el aceite de palma[1]. El proceso fue obviamente más complejo que meramente político, pero implicó un propósito claro de resistencia; que es sumamente original, ya que en ese mismo proceso, la sociedad Ekpe era una alternativa emergente, no convencional[2].

De hecho, sería como resultado de eso que la región del Calabar perdiera su supremacía comercial, con el ferrocarril; que permitió la relocación de la autoridad colonial en Lagos, sin depender del privilegio costero de la cultura Efik. Esto demostraría sin dudas una gran madurez y voluntad política, para negociar una especialización comercial; que se moviera del éxito asegurado de la caza de esclavos, a una economía de producción, no de mero consumo.

Esto es especialmente importante, condicionando la narrativa antropológica, que explicaba el tráfico en la cultura; sin atender a que, incluso si excepcionalmente, sí existían grados de suma madurez y voluntad en este sentido. Igual pasaría con el modelo de geronto-democracia Igbo, que es común hasta entrada la zona del Camerún; incluida esa cultura Efik, y los complejos trasiegos cosmogónicos con los Efut y Efor, de los que toma el mito Ekpe.

Esto lo que resalta es esa capacidad de este fenómeno cultural en su emergencia política, que emula la crisis original; cuando la decadencia del culto original (Ndem), con el desarrollo de nuevos estilos de vida, quebraba la estructura social. En ese entonces, como ahora, la Sociedad Ekpe era sólo una sociedad mutualista, interesada sólo en el sacerdocio; y este incluso con un interés abiertamente político, por la susceptibilidad del sacerdocio tradicional a la hechicería; que es lo que late en el conflicto de género del mito fundacional, tras el drama de la princesa Sikán, de origen Efut[3].

El carácter secreto de los aspectos mágicos del fenómeno sería lo que muestre su naturaleza política, no práctica; desde la captura del ekpe en las ceremonias originales, produciendo el sonido —pero no la visión— que delata su presencia. Esto es posteriormente reducido al valor litúrgico, afianzando su función doctrinal, en lo que ya es una convención; suficiente para sostener a la sociedad en su emergencia, con un código moral, que legitima al individuo en su función social.

Esta habría sido la causa anterior de la religiosidad Ndem, por la desorganización social en los cultos del bosque; que potenciando al individuo con su práctica privada, retorna a ese sentido con el ascendiente doméstico del sacerdocio femenino. Como fenómeno político, la organización del culto Ndem deviene entonces entrópica, desplazando el potencial privado; que acude a transformarse a través del sacerdocio femenino, hasta que este deviene también políticamente convencional.

En todo caso, lo que esto muestra es la suficiencia política de esa estructura cultural, subsumida por la cubana; que en su racismo subrepticio, se niega a esta emergencia, ya desde su brote más serio en el gabinete de Fulgencio Batista. No obstante, lo que también muestra este proceso es su carácter inevitable, en tanto trialéctico más que dialéctico; mediando en todo el conflicto interno cubano, como su verdadera espina dorsal, en la resiliencia del mundo negro.



[1] . Cf: Rosalind I.J. Hackett, Religion in Calabar, Mouton de Gruyter, Berlin, 1988, p 42.

[2] . La Sociedad Ekpe aparece como una entidad madura hacia mediados del siglo XIX Cf: Michael Ukpong Offiong The ancestral cult of the Efik and the veneration of saints, Pontificia Facultad Teológica Teresiana, Roma, 1993., p. 28.

[3] . Cf: Rosalind I.J. Hackett, Op. cit., pp 34-35.

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