La función del ascendiente bantú en Cuba
El ascendiente bantú de la cultura en Cuba es interesante, por aspectos como el de su institucionalidad religiosa; que no sería original sino adquirida, aunque en la estructuración misma de esa cultura, con sus condiciones específicas. Es en ese sentido que el complejo misticismo congo resulta importante, para establecer estas referencias políticas; no sólo en prácticas propiamente religiosas, como las del llamado Palo —por ejemplo—, con ese ascendiente directo; sino hasta las más estrictamente socio políticas, como las de la Sociedad Abakuá, por su carácter alternativo y emergente.
Está claro que el ascendiente de esta sociedad es bantú,
pero de su expansión a través del Camerún hacia Nigeria; en una serie de
traspasos, en que la estructura original sufre ajustes, fuera de su regulación
política en el contexto original. Curiosamente, este es el proceso de
desarrollo de la economía occidental, desde la expansión fenicia al vacío
político micénico; en que, fuera de su marco regulatorio original, consigue
desplazar a la religión en su determinación política de la sociedad.
Contrario a esa expansión del comercio fenicio, este desarrollo sin embargo se hace alternativo y emergente; adquiriendo con ello iguales connotaciones políticas, pero como capacidad para disrumpir el orden, en vez de fundarlo. Esto es relativo, en tanto el fenómeno africano original terminaría fundando el orden político de la sociedad; pero reteniendo su naturaleza alternativa y emergente, paralela a ese orden, incluso su fundado y legitimado por el mismo.
Desde aquí, la religión retendrá en Africa la misma capacidad política que la economía en el Occidente arcaico; sólo que en un equilibrio más precario, que la obligaría a una mayor flexibilidad funcional, sin su carácter absoluto. Esto, por ejemplo, explicaría la susceptibilidad religiosa africana a esta expansión occidental, a través del cristianismo; que siendo el específicamente moderno en el caso bantú, está marcado por su ideología humanista, y sus consiguientes conflictos políticos.
Ejemplo de esto, sería el cambio de misiones cristianas en el Congo, del marianismo jesuita al amarianismo capuchino; que resultaría en formaciones sincréticas complejas, como el antonionismo de Kimpa Vita, con peso especial en la política; aunque no ya como determinación de la sociedad, sino de su trauma, como es típico de la cultura occidental. El resultado final, sería la importancia de la religiosidad africana, en la reorganización hermenéutica de esta cultura occidental; gracias a esta flexibilidad, por la que mantiene su función existencial, con el mismo sentido hermenéutico de la economía en Occidente.
Recuérdese que, en el caso occidental, es ese desarrollo del comercio el que desplaza a la institucionalidad religiosa; cuando esta es la que provee el marco hermenéutico en que se resuelve la cultura, y que ahora es provisto por la filosofía. Esta es la manera en que la economía termina determinando políticamente a la sociedad, con el elitismo intelectual; por el que la filosofía provee justo la justificación trascendente de la política, como su determinación de lo real.
La emergencia bantú, en desastres críticos como el de
Haití o Cuba, no sería sino el ajuste de esta distorsión estructural; que
siendo hermenéutica retendría su eficiencia existencial, ocurriendo en la base
popular como su expresión política. Lo importante aquí es la debilidad
progresiva del espectro hermenéutico occidental, en esta expresión de su
cultura; explicando esta emergencia en tanto potencial —no como poder p
efectivo— en ese ajuste, existencial en vez de político.
Post a Comment