Westfalia 2025
Esto explica la naturaleza bélica —no ilustrada— de la modernidad, que
acude a la Ilustración para justificarse; después de todo, esa violencia
proviene de la virulencia del Cristianismo, que muestra su pasionario en
órdenes guerreras. El sistema es perverso, que construyendo grandes catedrales teológicas
de la Caridad, para justificar su violencia; con paradojas groseras como el
pasionario místico de sus santos, que se expresa políticamente en la
Inquisición y la Contrarreforma.
La voluntad europea de continuar la guerra, aún con su dependencia de
Estados Unidos, prueba lo que es esa alianza; una estrategia, tan sorda como el
eufemístico equilibrio de la postguerra, en que Europa cede el frente pero no
la voluntad. El problema es el desequilibrio, provocado por sus propias
maquinaciones, con esa dependencia de estados Unidos; y que obliga al viejo continente
a refeudalizarse a la carrera, en medio de sus propias contradicciones populistas.
El votante norteamericano tiene el poder que no tiene el europeo, porque su
origen no es feudal sino republicano; y eso significa que no se constituye en
el forcejeo medieval de sus señores de la guerra, sino del contribuyente; que
puede ser corrompido en su desclasamiento, pero puede retraerse a esa
naturaleza propia, negándose al juego. Eso es como una deserción de los
ejércitos europeos antes de Westfalia, con todos sus reyes enfrentados entre
sí; un escenario todavía imposible, pero no menos que esa paz de 1648, con ese
mismo carácter de ficción política.
Estados Unidos es la república imposible a Europa, porque Europa es la contradicción
bélica que la sostiene; y es de esta unidad, en una expresión política común,
que se forma esa extensión caótica que es Occidente. Por supuesto, es demasiada
contradicción para sostenerse por demasiado tiempo, y ya esto sobrepasa el
medio milenio; sobrepasando incluso esa capacidad infraestructural de su
comercio, artificial e inflacionario, basado en el consumo.
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