El problema con el capitalismo II/III
Como principio económico, la plusvalía distorsiona entonces
el sistema, se dirija a la propiedad privada o la colectiva; ya que con ello
distorsiona el otro principio, propio de los procesos productivos, con la
acumulación de riqueza. Dirigida a la mantención de la sociedad, con su base en
el individuo, la economía no se dirigiría por principio a la creación de
riqueza; sino a la conversión de los recursos naturales, en relación directa
con sus necesidades puntuales de esa estructura.
El problema estaría tanto la Fenicia que se expande a
Micenas, como esta Micenas y la Creta del cataclismo minoico; ya que todas habrían
excedido el principio básico de la función económica en la estructura social,
con su proyección imperial. La prueba estaría en que todas las culturas
obedecerían en alguna medida a esta misma distorsión, como económica; ya se
trate del imperio chino en Asia o el asirio y su tradición sobre el Medio
Oriente, o los imperios africanos; que difieren de la tradición mercantilista
occidental en su subordinación al estado, pero no en el determinismo político
de la economía.
Eso es por supuesto relativo, y no quiere decir que la
estructura no se mantenga susceptible a esas mismas distorsiones; como muestra
la historia de todas las tribus, que en algún momento sufren alguna forma de
proyección proto imperial; pero también prontamente superada, por la
insuficiencia infraestructural para sostener ese crecimiento en su
exponencialidad. Este es el equilibrio sobrepasado por el capitalismo primitivo
en la Grecia clásica, con la expansión del mercantilismo fenicio; como primera
distorsión, que poniendo el énfasis en el consumo antes que la producción, ya
no puede ser adecuada en esa insuficiencia.
La prueba de eso estaría en la dependencia del sistema del mercadeo, como determinación artificial del consumo; ya que si tuviera esa capacidad de satisfacer necesidades reales, haría del mercadeo un servicio superfluo en su duplicación. Toda esta artificialidad sin embargo, se sostiene en la otra de la tensión crítica —también artificial— entre las clases políticas; no en una dicotomía de la burguesía y el proletariado, sino en la tricotomía que introduce la clase media, por su improductividad.
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