El problema con el capitalismo III/III
Es entonces la clase media la que no participa de los procesos productivos,
en su desplazamiento de la burguesía; desde la administración de esos procesos
de producción, capitalizando la representación del proletariado, en su especialización
política. Como efecto de su propia necesidad de clase, su característica será
el desclasamiento tanto de la burguesía como del proletariado; lo que ocurre
generacionalmente, con la progresiva expansión de su especialidad en la
educación, a expensas de estas.
Todo eso sería iniciado por Carlo Magno, con su desplazamiento de la
aristocracia, como clase política profesional; que entrará en colisión directa,
desde su reconfiguración funcional de la monarquía, con la emergencia de la
burguesía. Esto es lo que ocurre con la elipsis temporal del bajo medioevo, en
la reorganización de Occidente, que es política; deviniendo crítica a la altura
del siglo XVII, con la emergencia económica de la burguesía, por la revolución
industrial.
Esta contradicción se expresará entonces en una lucha de clases, pero no
entre la burguesía y el proletariado; cuya continuidad funcional las establece
incluso como un mismo estamento político, en el proceso productivo; sino entre
la burguesía y la clase media, por la determinación económica de la sociedad, con
la propiedad de los medios de producción. Esa propiedad, de los medios de
producción, será —como política— nominalmente del proletariado en el socialismo;
pero es ejercida efectivamente por esa clase media, que —como se ha visto—
descaracteriza a las otras, integrándolas en su función.
En ese origen histórico, esa tensión se habría resuelto en la legitimación política
de la proyección carolingia; desde la pretensión de universalidad del
cristianismo, reincorporando el corporativismo del estado, en el humanismo. Esto
determinaría la conflictividad estructural de la clase media en función super
estructural, dada su improductividad; dándola como la religiosa, pero ya no
sobre una praxis existencial, como religión, sino de una necesidad política,
como ideología.
Como problema, esto sólo agudiza las contradicciones económicas de la
sociedad, expresada como crisis política; que se establece como naturaleza en
esa crisis, con la inestabilidad social, por este carácter ideológico de sus
contradicciones. Esto sería lo que produzca —siquiera como necesidad— la
emergencia de una restructuración, expresada políticamente; en la restauración
de las relaciones complementarias entre la burguesía y el proletariado, con la
marginación de la clase media.
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