Kant y el capitalismo moderno
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El capitalismo postmoderno demostraría que el moderno es una falacia, sustituyendo la aristocracia tradicional por la financiera; al aportar esta el capital que antes aportara la otra en su carácter militar, como producto del desarrollo mismo. Con eso se produciría un desclasamiento de la burguesía, en función del gobierno, no del proletariado; y lo que resolviera el humanismo moderno habría sido la abstracción convencional de las potestades del soberano, como derechos.
De ahí la metafísica de Kant, desconociendo la potestad individual, al
subordinarla a la del estado, como necesaria; proveyendo la base lógica para la
ontología moderna, desde su trascendentalismo al absoluto hegeliano. El
problema con Kant sin embargo, sería que proviene del vuelvo de la filosofía
moderna, con el continentalismo matemático; que nace con Descartes, como un
modelo centrado en la racionalización de cantidades, desconociendo la función
intuitiva de esa misma ciencia.
No importa que el mismo Kant trate modere esa racionalización, pues la
matemática es naturalmente abstraccionista; en una dinámica que florecerá en la
postmodernidad, como contradicción entre la filosofía analítica y la
continental. La contradicción en realidad responde a la función cognitiva
misma, como una proyección formal, que no niega pero se subordina al contrario;
explicando ese desarrollo, que terminaría por sobreponer a la tradición
idealista —y su respectivo espectro hermenéutico— sobre la realista.
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El problema ahí es que, subordinado al dogmatismo institucional, este
realismo carece del ascendiente secular kantiano; que no por gusto se da en el
ambiente anti eclesiástico de la germanía protestante, con su distanciamiento
de la autoridad dogmática. No por gusto tampoco, será en la cultura hiper secular
de Norteamérica que se dé una comprensión más sistemática de este probabilismo aristotélico;
en la figura de Pierce, cuyo pragmatismo sin embargo quedará subordinado a su
semiótica, de marcado cariz idealista en su procedencia.
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De ahí el carácter nominal del objeto, ya como comunismo o socialismo, por aquella
abstracción del poder soberano; pero más concreta aún en sus propósitos que las
proyecciones teóricas del capitalismo, que desconocen la compulsividad de lo humano
tanto como el socialismo. En ambos casos se tratará de abstracciones
convencionales, no importa si una más que la otra, porque son intrínsecas entre
sí; no importa tampoco que la base en que se debaten sea capitalista, porque la
misma comprensión de este capitalismo es falaz.
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