No te dan pena los burgueses...
No te dan pena los burgueses, y
aprietas los labios recordando tu hambre
y tu frío y el rechazo; pero
no era acaso proletario
el bodeguero burgués, que arropaba a sus hijos
y era también rechazado a la entrada de los clubes.
Tan simple cosa valió todas esas cabezas
ensangrentando la vera,
y los compañeros de viaje empujados al abismo
que volvía los ojos para no ver; y
los jóvenes muertos en guerras ajenas y abstractas
y las sociedades rotas en odio del vecino
y la pureza de ideas —más abstractas que la raza—, y
todo lo demás que espumea en tus labios
cerrados para no dejarnos remar a otra orilla.
Zapatos, rosas, sombreros, nubes, camisas…
Tanto rencor sólo por eso…
¿Por qué habría de comprenderte, ahora que
sólo hay un museo de nostalgias
para mostrar al mundo cómo eran
París
el whisky, o
Claudia
Cardinales,
tan poco?
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