Saturday, February 20, 2021

De la reflexión estética

Una de las razones que explica el auge del arte moderno, sería su provisión de una reflexión sobre lo trascendente; negado en el progresivo auge del racionalismo positivo, con su reducción al aspecto inmanente de la realidad. De ahí axiomas recurrentes, como el del corazón tiene razones que la razón no entiende; hermosos en su suficiencia, pero extraños en esa naturaleza axiomática.

No que esto fuera extraño, ese auge progresivo de lo Moderno lo impulsa el cristianismo desde la antigüedad; cuando, con la humanización de Dios, empuja el espectro hermenéutico desde lo teocéntrico a lo androcéntrico. Desde entonces, siempre se ha elogiado la aparente sencillez y credulidad del carbonero; que toma su fuerza de la fe como forma de conocimiento, contrapuesta a la razón, explicando la sospecha católica contra el Modernismo.

El proceso es paradójico, al identificar al espíritu con la razón, haciendo del racionalismo una forma de espiritualismo; pero la contradicción se tuerce, negando de algún modo la negación, cuando se postula en la contradicción de materia y espíritu. No se trata de que una niegue a la otra sino de que se la subordina, poniéndose el énfasis en cuál determina a cuál; pero en una extraña contraposición, que no tiene en cuenta la naturaleza unificiente de la realidad, que no admite ese tipo de tensión.

Kindle
El racionalismo positivo, es de esa extraña forma un materialismo, que sólo reconoce a la realidad en su inmanencia; cuando por esa naturaleza unificiente de todo lo humano en tanto real, la comprensión de la realidad exige la de su trascendencia. Es ahí donde se explica ese auge del arte, al que se le atribuye una naturaleza sublime con que satisfacer esta necesidad; aunque cuestionable en lo subjetivo de su experiencia, que la subordina de modo definitivo a la supuesta objetividad de la ciencia.

No es gratuito que los grandes estetas surgieran en el apogeo del racionalismo positivo, equilibrando la tensión; que en el desequilibrio de esa nueva fe que fue la ciencia, despojaba al humano de su acceso a lo trascendente. De ahí que fuera posible postular un desarrollo del arte, semejante al de la filosofía en sus tradiciones premodernas; con la ventaja además de que una naturaleza primeramente formal y luego gnoseológica, en tanto reflexión.

Esa ventaja significa que en su esfuerzo gnoseológico, si bien secundario, el arte se desarrollaría como un realismo; susceptible de distorsión idealista, como en definitiva ocurriría en sus derivaciones vanguardistas, pero realista en principio. Eso ya era ventaja, ante la fatalidad idealista del conocimiento filosófico, que siempre ha de perderse en sus propias explicaciones; y que es en lo que al arte retiene esa facultad de comprensión de lo real en su trascendencia, supliendo las carencias creadas por la filosofía.

Kindle
No obstante, es cierto que el arte tiene un elemento subjetivo, contrario al interés objetivo de la filosofía; está en su dependencia de una percepción inmediata, interpretando el postulado formal sin las referencias convencionales del concepto. De ahí, que la derivación postmoderna al conceptualismo sea una aberración antinatural y no una evolución natural; ejemplo que se explica en esa insistencia en el carácter subjetivo del arte, que no por cierto debería ser absolutizado en el exceso.

La facultad gnoseológica del arte, en su naturaleza reflexiva, resultaría así contradictoria, aunque sólo en apariencia; ya que precisamente esa provisión apelaría a la experiencia individual e intransferible del conocimiento, no a su objetividad. No se trata de que el conocimiento no sea transferible, pero sí lo es la experiencia de comprensión anterior en que se basa; y que es lo que a su vez explica esa extraña facultad del arte, como experiencia individual y no objetiva, que lo que organiza es una intuición sobre la realidad.

Esto es importante, porque resuelve esa contradicción de una naturaleza gnoseológica de la reflexión estética; que es cierta, pero referida a la individualidad de la experiencia de conocimiento, no a la convencionalidad de su comprensión última. La diferencia estriba en el carácter intuitivo de la primera, que siempre antecede como prejuicio el desarrollo de todo juicio; aunque fuera por esta diferencia que pudo preservar alguna intuición sobre la realidad en su trascendencia… cuando fue necesario.


Seja o primeiro a comentar

  ©Template by Dicas Blogger.

TOPO