Historia de las lenguas hispánicas
Comprar |
Rafael Del Moral es un hombre que se
aventura en ese paisaje, y lo cuenta a quien quiera escucharlo; uno supone que
escucharlo, o leerlo en este caso, tiene esa misma sensación que salvó a
Scherezada. La Historia de las lenguas hispánicas es la descripción de
un paisaje silvestre, que crece y exhibe su grandeza; leerlo, es comprender de
dónde y cómo provienen nuestras determinaciones formales, incluida la
singularidad reflexiva.
El estilo es efectivo y directo,
resolviéndose en un lenguaje popular y poco florido, que no desconoce la
ilustración; tiende a la síntesis, ya que trabajando con un objeto inmediato, trata
de alinear cada sus innúmeras determinaciones. En ese sentido, puede recordar
la Historia Universal de Asimov, con un humor ligero y culto —no cínico—
que se encarga de los énfasis; y sobre todo en esa eficacia, que acerca un
objeto tan abstruso a la más simple de las inteligencias, con sólo que le
interese.
Comprar |
Desde el prólogo, la Historia de las
lenguas hispánicas nos está hablando de una experiencia trascendente; lo
inmanente es la forma concreta en que se determina, lo trascendente es la lenta
formación que deja. El caso del español es especialmente —como todo otro— complejo,
por las mil determinaciones a las que responde; que en su caso particular se
mantienen igual de álgidas, como compulsiva racionalización de problemas
políticos.
No sólo hay historia en esta Historia…,
también hay historia de la historia, y así sucesivamente hasta la noche; particularmente
fascinante, la argumentación de las conclusiones, y la descripción del contexto
en que ocurren los desarrollos. Un rasgo interesante de esta historia es su
distanciamiento, que no la hace menos apasionada sino más objetiva; así, no lamenta
la pérdida gradual de ciertas lenguas ni trata de apuntalarlas artificialmente,
sino que comprende la utilidad de su mismo desvanecimiento.
Comprar |
Un patakí africano, que son cuentos en que
les habla su oráculo, narra cómo el sabio desposó a la diosa del amor; porque
en una guerra final de todos los hombres contra todos, fue el fulgor de su
belleza lo que la contuvo. La historia termina conque, una vez pausada la
guerra, la diosa se tomó el tiempo para satisfacer las necesidades de los
guerreros; no para juzgar quién estaba bien y quien estaba mal, sino para
satisfacerlos en que aquella urgencia que los había llevado a la guerra.
Esta Historia de las lenguas hispánicas
es como ese fulgor de la diosa, que es la historia atravesándonos; si consigue
detenernos, nos explicará la duda que nos conmueve, ponderando nuestras
posibilidades existenciales. Quién está errado y quién tiene razón es tan
relativo como banal, porque lo que pesa sobre todos es la muerte; gracias a
Dios hay exploradores que descubrieron el complejo paisaje que nos determina,
sólo hay que escucharlos —o leerlo, en este caso—.
Seja o primeiro a comentar
Post a Comment