Gloria Rolando, Voces para un silencio
Ese es un vicio de la estética revolucionaria
cubana, reconocible en el ascendiente de la directora en Santiago Álvarez;
quien salta a cada rato con ese canon que fue Now (1965), en una
repentina recreación del problema racial norteamericano. Esto ocurre hacia la
segunda mitad de la primera parte, y es una presencia más o menos justificada
en el marco de que se trata; pero da también lugar a la suspicacia, por esa
recurrencia del falso liberalismo académico norteamericano, mediando en los
problemas cubanos.
En definitiva, el dramatismo de la historia
queda opacado por la parcialidad de sus testimoniantes; que ni rozan el
ascendiente de aquella contradicción sobre la actual, perpetuando en cierto
modo el mismo silencio. Más allá de la información que ofrece al panorama
interno de la cultura cubana, el material se excede en el metraje; en una
longitud que disminuye su impacto efectivo, diluyéndolo en la sublimidad de su
reclamo de justicia.
Ver en YouTube |
Sin dudas es un documento importante y con valor
referencial, para cualquier otro acercamiento a este problema; pero también
padece la misma parcialidad que lo ha hecho insoluble, alimentado por una parte
contra la otra. La masacre de 1912 permanece así en su propia distancia,
acercado por otra mirada tan especializada como toda otra; careciendo de esa
eficacia que lo haga efectivamente popular, como una preocupación popular y no
académica o política.
Descarga gratuita |
En justicia, la primera parte hace un
acercamiento parcial a la contradicción de Morúa Delgado y Juan Gualberto
Gómez; pero no sólo no es suficiente, sino que cede al peso de la exhaustividad
con que la autora trata los otros aspectos históricos del suceso. Junto a esto,
el documental se recrea en elementos más o menos pintorescos, en función ilustrativa
del documental; pero como un énfasis que resulta artificial, recreando ese
anhelo reivindicativo que lo lastra como una elegía poética.
Seja o primeiro a comentar
Post a Comment