El problema negro con la revolución cubana
Respecto a la revolución cubana,
esto significa su reordenamiento de la historia en un sentido ideológico; que
funcionando como un mito fundacional, la va a legitimar en su comportamiento
político como trascendente. El problema de todas estas justificaciones, es que
son propias del trascendentalismo histórico de la tradición idealista; y en
ello no comprenden el problema básico de la dialéctica, como reducción maniquea
de la realidad, que en ello no puede comprenderla. En este caso específico,
porque desconoce las determinaciones de lo real, en su compresión de lo
histórico; quedado como político antes que existencial, violenta las
determinaciones efectivas de esa historia, en la ideología.
El problema es la violencia
intrínseca a la cultura política cubana, desde el origen en el voluntarismo de
sus patricios; que como verdaderos señores de la guerra, van a dirimir sus
diferencias con esa violencia y la manipulación popular. Esto, sumado a la
creciente diferenciación racial de la economía, acrecentará esas
contradicciones ya típicas; que revienta en conflictos sistemáticos, como las
sucesivas revoluciones y golpes de estado, comenzando en 1906.
Este es el estado nacional en el que
triunfa la revolución cubana, pero —al menos en principio— como una revolución
burguesa; que se da contra la dictadura de Fulgencio Batista, por parte
precisamente de esa alta burguesía, por su carácter popular antes que populista;
como sí es en efecto esa burguesía, en su contradicción de este carácter
popular de la política que eructa con la violencia batistiana. Véase que el
mismo proceso revolucionario es tan violento como el batistiano, sólo que
justificado en su trascendencia; que es donde las fuerzas comunistas lo copan,
organizándolo ideológicamente, en el mismo sentido de la teología cristiana.
Este proceso es además interno, no
visible al mundo exterior a Cuba tras la cortina ideológica del socialismo; que
en su lucha contra el capitalismo, se subordina todas las contradicciones
propias de la sociedad moderna. Es así que, alineada al anti capitalismo
liberal, la emergencia política del negro norteamericano no accede a esta
realidad; teniendo que lidiar contra su patrocinio por ese liberalismo, que lo
subordina a sus propios intereses políticos.